ADIÓS, CHUS LAMPREAVE

Adiós a Chus Lampreave Foto 1

Nos acaba de dejar la actriz Chus Lampreave, y como ocurre en ocasiones, es ahora cuando una mayoría cae en la cuenta de lo que hemos perdido, de la ausencia irreparable que supone no volver a saborear nuevos trabajos de esta intérprete única, que me niego a calificar como secundaria, palabra peyorativa en sí misma que parece dejar en un término inferior las excelencias de un trabajo, únicamente atendiendo al tiempo de exposición en pantalla. 

Chus Lampreave, con su simple aparición y presencia en cualquier obra, alumbraba un mundo de sonrisas, incluso de risas, que además causaban estupefacción ante la aparente facilidad natural que se desprendía de ella, convirtiendo cualquier situación, incluso auténticos dramas, en verdaderos momentos de regocijo. Con su gesto austero, su insolente y descarado lenguaje, su mirada alucinada tras unas gafas de culo de vaso, llevaba y llenaba la réplica, con sencillez y sin recato alguno, desprovista de tapujos y cortapisas mentales, a actrices y actores del reconocimiento de Carmen Maura, Marisa Paredes, Penélope Cruz, Gabino Diego, y tantos y tantas otras. 

Adiós a Chus Lampreave. Foto 2Adiós a Chus Lampreave. Foto 3

 

 

 

 

 

 

 

Ha fallecido con ochenta y cinco años. Sorprende la edad que tenía, ni por mucho ni por poco, sino por la razón de que parecía formar parte de nuestro imaginario colectivo, situada siempre en una edad indefinida, enredada continuamente en sus películas entre rencores y afectos familiares, cotilleos de vecinos, costumbres ancestrales que perviven en pueblos de la España profunda. Durante prácticamente cincuenta años, trabajó con los mejores directores de cine del país, con Jaime de Armiñán, Luis García Berlanga, Fernando Trueba, y fundamentalmente, con Pedro Almodóvar, con quien colaboró con regularidad a lo largo de toda su filmografía. Contribuyó con su incisivo estilo de mujer independiente aunque familiar, con finalidades propias e ideas claras sobre sí misma y su entorno, a obras maestras como El verdugo (1963), La escopeta nacional (1977), Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), Belle Époque (1992) o La flor de mi secreto (1995).

Para desembarazarnos un poco del frío que la ausencia y el vacío de la desaparición de Chus Lampreave nos ha producido, qué mejor que recuperar uno de sus trabajos, y se nos ha ocurrido  “volver” a Volver, disfrutar nuevamente de ese excepcional largometraje del año 2006 de Pedro Almodóvar, en el que Chus Lampreave hace una aparición breve, pero intensa, castiza, desprejuiciada, aparentemente al borde de la locura y la amnesia, rodeada de secretos familiares y de viento solano. La actriz es la tía Paula, una interpretación que admiras en presencia, tierna y cortante al mismo tiempo, y que lloras en ausencia.

Resulta patente que Chus Lampreave no tuvo en vida los reconocimientos que se merecía: apenas un Goya por su interpretación en Belle Époque, el premio compartido en Cannes de mejor actriz por Volver con el resto de actrices de la película,  y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, galardón otorgado por el Borbón de turno, que como suele ser habitual y así nos va, en la foto de entrega el premiado por la gloria, méritos y honores parece ser el soberano de sospechosos y turbios contactos, acumulaciones y aficiones, y no la súbdita galardonada (a la actriz no le llegó el tiempo de saborear el placer de sentirse ciudadana con igualdad de derechos y deberes; ya veremos a nosotros). El Goya Honorífico nunca le llegó, y ya pueden estar los de la Academia tirándose de los pelos por esta omisión incomprensible.

Chus Lampreave, esa mujer entrañable que a lo largo de décadas ha sabido desplegar sus habilidades interpretativas, dejándonos un excepcional legado, un magnífico regalo de actuaciones disparatadas y excéntricas que no dejaremos de disfrutar y de seguir disfrutando. Chus Lampreave, muchas gracias por todo.

En el recuerdo:

 

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