BIENVENIDA A MONTPARNASSE

Dispersa

Título original: Jeune femme (Montparnasse Bienvenue) Nacionalidad: Francia Año de producción:  2017 Dirección: Léonor Serraille Guion: Clémence Carré, Bastien Daret, Léonor Serraille Producción: Coproducción Francia-Bélgica; Blue Monday Productions Fotografía: Robespierre Rodriguez Música: Émilie Noblet Montaje: Clémence Carré Reparto: Laetitia Dosch, Souleymane Seye Ndiaye, Grégoire Monsaingeon, Jean-Christophe Folly, Nathalie Richard, Arnaud de Cazes, Ahmed Zirek, Philippe Lasry, Marie Rémond, Jean-René Lemoine, Bélinda Saligot, Philippe Vincent, Agathe Desche, Philippe Ferreira Gonçalo, Lou Valentini, Léonie Simaga Duración: 97 min.El debut en  el largometraje de la directora francesa Léonor Serraille se produjo con este filme, Bienvenida a Montparnasse, en el 2017. Aunque consiguió la Cámara de Oro como mejor ópera prima en Cannes en la sección Un Certain Regard, y el premio a Mejor Actriz para su protagonista, Laetitia Dosche, en la SEMINCI el pasado año, no ha llegado a nuestras pantallas comerciales hasta la semana pasada. La realizadora gala, tras varios trabajos como guionista y un mediometraje (Body, 2016), consiguió dar el salto al largometraje con su proyecto de guion fin de carrera  en La Fémis. La obra narra la vida de la protagonista, Paula en la ficción, a su vuelta a París, arruinada económicamente y sin asomo de poder o querer acercarse a su familia. Por desgracia, tras el visionado de la película,  nos da la impresión de que este filme ya lo hemos visto muchas otras veces, lo que lo convierte en prescindible y olvidable. 

Bienvenida a Montparnasse Foto 1

Seguimos la vida de una mujer en la treintena, mientras intenta enderezar su existencia vagando errática por calles parisinas. Pero esa búsqueda de orientación vital nos  resulta superficial. Se queda en la mera anécdota, en una pura sucesión de acontecimientos, en general banales. Así mismo, el academicismo con el que nos parece que está filmada la desposee de emoción. Se trata de una obra en la que hubiéramos deseado una mayor implicación personal por parte de su autora. Nos  parece que reproduce con pulcritud lo aprendido en escuelas o universidades sobre la correcta realización de un largometraje. Pero ello no otorga automáticamente empatía por la obra elaborada. La energía que quiere desprender Laetitia Dosche con su personaje central, con Paula, no contamina al conjunto del filme y por derivación, al espectador. Seguimos y seguimos a Paula, con su vitalidad y comportamientos poco convencionales; en su complejidad y agitación. Pero no nos resulta suficiente. Hemos leído que la directora ha pretendido realizar el retrato de una fémina lo más distinta posible a ella misma. Probablemente lo ha conseguido y con ello, el alejamiento también surgido. 

El largometraje consigue llegar a hacerse cansino, en una sucesión de escenas que transcurren en viviendas ajenas, discotecas, calles, metros, centros de salud…Y hablábamos de superficialidad. Efectivamente, el filme se va rellenando de momentos triviales, sin pretender la profundización de caracteres y sus circunstancias. Y seguramente queda fuera de la película lo que nos hubiera implicado en mayor medida: las relaciones fracasadas de Paula en el pasado. Pero las mismas no se abordan en el filme; lo que interesa es el futuro inmediato de la mujer. Confuso, sin rumbo, ambivalente y nada sugerente. Y la evolución personal que observamos en Paula no terminamos de creerla ni entenderla. En realidad, poco interesa si su futuro se dirige a estudiar literatura o trabajar de dependienta. No nos importa porque no nos sentimos cómplices de sus idas y venidas; ni siquiera las de su gata.  

Bienvenida a Montparnasse Foto 3

Se tocan muchos temas, pero ninguno destaca sobre los demás para incitar algún entusiasmo. La soledad, el fracaso sentimental o profesional, el vértigo hacia el futuro, las oportunidades perdidas…Nata de todo lo anterior se aborda con un mínimo de profundidad. La película misma y sus asuntos parecen quedar suspendidos y atacados con la misma precipitación que asemeja dirigir las acciones de Paula. Y no ya en el presente, sino también lo que logramos deducir del pasado. Resulta patético  que el mensaje que al parecer se intenta transmitir es que Paula no posee ninguna característica física especial, mientras penetramos en su agitado y neurasténico universo. Como ella misma manifiesta, nadie se acuerda ni de su cara; es intercambiable por cualquiera. Desprovista por tanto de rasgo físico que la defina, según se pretende, excepto, al parecer, unos ojos de distinto color que únicamente se aprecian en la última escena. Pero esas impresiones no se quedan en el físico. También consiguen alargarse en espíritu y comportamiento. 

Y si pasamos al personaje masculino, nos referimos a la pareja, no al amigo, tampoco resulta de especial atractivo la mirada que recibimos de él en el largometraje. Dejando aparte su tardía y escasa presencia física en pantalla, aunque no en esencia, nos topamos con un varón egoísta, interesado, que utiliza a los demás por antojos. Y para rematar, parece recibir con demasiado mal talante las negativas que pueda encontrar a sus anhelos.

La realizadora Léonor Serraille se apoya para configurar la obra en un ritmo ágil, en planos cerrados  y en general, no recurre a banda sonora alguna, aunque no renuncie a alguna escena musical. El filme lo centra con exclusividad en su protagonista, a quien sigue y persigue con su cámara. Mientras tanto, no desprecia la utilización de elipsis. Y lo que más nos ha dolido han sido las oportunidades perdidas de denuncias sociales por comportamientos o acciones que sí integran el largometraje. Merecían un mayor detenimiento.  

Bienvenida a Montparnasse Foto 3

En realidad, la obra en su conjunto nos ha recordado, especialmente por el título de la americana, al  melodrama del realizador estadounidense Douglas Sirk, Imitación a la vida (Imitation of Life, 1959). Hacerse pasar por quien no eres o incluso terminar creyéndotelo. Eso le sucedió a uno de los personajes de Sirk en su película, y parece que puede terminar por conformar algunas vivencias de Paula. En cualquier sitio hay que hacerse un hueco, se sentencia en más de una ocasión. Acaso se olvide que no todos los lugares puede que ofrezcan iguales oportunidades. Para acabar, y no por ello menos importante, nos preguntamos cuándo vamos a conseguir que el género masculino o cierta parte de él, se percate de una vez por todas en que la mujer no es un juguete a manejar según sus caprichos o instintos. Mientras lo importante, lo más deleznable sigue su curso, continuemos comiendo sin freno y si se trata de chucherías, pues muchísimo mejor. Ente amarguras existenciales, qué mejor que lanzarse al dulce sintético. A ver quién da más.

 Tráiler

https://www.youtube.com/watch?v=KMWgxC9eWKs

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