Amor en las alturas
25 años después
Llevábamos veinticinco años sin ver esta obra y los recuerdos eran muy imprecisos. Lo que sí tenemos claro es que posteriormente hemos seguido la pista a Eliseo Subiela, director argentino que falleció en diciembre de 2016 a los 71 años. Y aunque contó con una extensa filmografía a la que no le faltó reconocimiento, su obra cumbre nunca dejó de ser la que ahora abordamos, El lado oscuro del corazón. A través de la iniciativa Recuperar abordada por varios cineastas por medio de Directores Argentinos Asociados, se está intentando velar por la preservación del cine nacional. Entre sus proyectos, se encuentra el restaurar y digitalizar en 4K películas de autores como Eliseo Subiela, Adolfo Aristarain, Fernando “Pino” Solanas, Carlos Sorín, Juan Carlos Desanzo o Leonardo Favio, entre otros. Aprovechando la ocasión de la recuperación de la película de mayor repercusión de Subiela, se ha vuelto a reponer el filme en salas comerciales.
¿Qué impresión hemos tenido un cuarto de siglo después? La primera, y no resulta baladí, es que nos ha seguido resultando muy potente. Su realismo mágico, apoyado con imágenes cargadas de belleza y rodeadas de poesía y color nos han vuelto a seducir, aunque se recorran lados oscuros e incluso negros, esto es, aquellos bordeados por la Muerte.
Vaya dicha sensación por delante, pero la sorpresa ha venido por ese tufo machista que ciñe a la película y que no recordábamos, un panorama que dudamos que hubiera conseguido financiación suficiente en la actualidad, al menos en España. Y ello no se resuelve con el giro final cuando el arma se torna en contra del varón. No, desde la primera escena el sentimiento es de que a la mujer se le utiliza a la conveniencia del género masculino y si no le sirve, se le destroza. Esa impresión marca y no desaparece en todo el filme. Y esto último no se olvida por mucha declaraciones poéticas que se pongan de por medio, por muchos viajes que crucen de Buenos Aires a Montevideo, o por la enternecedora presencia de Mario Benedetti recitando en alemán.
No vamos a entrar en demasía en elementos fílmicos cuyos análisis y estudios se exprimieron con creces en el momento del estreno. Nos interesa más, y entendemos que ha quedado claro el objetivo de este artículo, detenernos en la forma en que creemos que ha envejecido el largometraje. Y si de recursos formales hablamos, nos sigue atrayendo la ralentización de secuencias, pero entendemos caduca y cortante esos fundidos en negro bruscos y avasalladores. Y sí, por otra parte la dictadura militar y sus cicatrices andaban aún muy próximas y todavía con efectos muy sangrantes, lo que no se escapa del guion elaborado.
Pero como ya hemos adelantado, tristemente nos quedamos con el impacto de percibir esa cosificación de la mujer a los personales intereses del otro sexo. Porque puede que no importe que la fémina tenga nariz de zanahoria, le huela el aliento, su piel se acerque a la dureza de la del jabalí o sus pechos anden caídos. ¿Pero no estamos buscando, utilizando un ser humano, precisamente, vaya casualidad, del género femenino, a los propios deseos del macho? Sí, se declara no dar importancia alguna al físico del sexo que atrae al protagonista, a Oliverio, pero les recomendamos que vigilen cada una de las mujeres que transitan por su vida y busquen alguna fealdad corporal en cualquiera de ellas. Y verán que lo de la zanahoria y demás zarandajas no se sostiene. No sabemos si en el momento de su estreno, pero ahora desde luego que no.
También nos ha alarmado recordar que todavía se siguen deteniendo, juzgando y condenando penalmente a las personas por ejercer su libertad de expresión, bajo el paraguas de excusas morales, religiosas o patrióticas. Sí, eso también nos ha impactado, pero en este caso, no ya por la falta de avance sino por el retroceso que detectamos en las sociedades y leyes actuales. Por mucho que nos horrorice, unos pocos siguen imponiendo sus criterios puritanos y cavernícolas a la generalidad.
La película contiene metáforas y matices densos y diversos, todos ellos ya muy comentados: entradas por la vagina; la muerte que persigue convertida en personaje retrotrayéndonos a Ingmar Bergman y El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957); una banda sonora que no ha perdido personalidad, al contrario, se ha convertido más entrañable con los años….
Parece que el director griego Yorgos Lanthimos haya visionado en su juventud esta película de Eliseo Subiela y ciertas escenas de ella le hayan influido en su filme Langosta (The Lobster, 2015), no dándole, claro que no, el mismo sentido que Subiela en El lado oscuro del corazón. Irrita, y mucho, que al argentino le de por recurrir precisamente a una vaca (o a varias), para evocar a la madre del protagonista. Lo que nos faltaba.
En ese mundo no digitalizado a principios de la década de los noventa nos creemos que alguien, incluso muchos, leyeran con devoción a Oliverio Girondo, Juan Gelman y Mario Benedetti. Y también es probable que se encontraran personas sin interés por la riqueza y el máximo bienestar económico. Aquí vemos ambas facetas, mientras disfrutamos de la versión uruguaya del Cabaret berlinés de Bob Fosse (1972), y salvando las distancias, con similitudes en su visión grotesca y bufona, además de irónica y crítica de la existencia.
Dándole la vuelta a todo el filme de Subiela, con lo que también nos topamos en con el retrato de la mezquindad, de un personaje ególatra a la búsqueda de su propio placer, lo único que le ocupa y le importa, aunque ello le haga inoportuno, indeseable y provoque rechazo a su alrededor. Si al menos consiguiera aportar cualquier cosa, aún la más insignificante a alguien, o al menos a sí mismo, no nos produciría tanto desprecio y desagrado. Y sobre ello, les recomendamos no perder detalle de su comportamiento hasta el final. Sin desperdicio.
No creemos que les parezca fuera de lugar que nos hayamos acordado también del cantautor Javier Krahe cocinando a su Cristo y de la persecución mediática y judicial que obtuvo (no olviden que las imágenes que originaron el acoso se emitieron ya en 2004). O el secuestro judicial de la revista satírica El jueves en el 2007 cuando incluyó en su portada una caricatura de la pareja borbónica a la que actualmente rendimos vasallaje, a la búsqueda de la ayuda de los 2.500 euros por retoño que por aquel entonces estableció el Gobierno del presidente Zapatero. Y otra censura en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona en el 2015 con la obra de la artista austriaca Ines Doujak en la que sodomizaba precisamente a otro Borbón, aquel del que fuimos súbditos hasta hace poco. O aquellos pobres titiriteros entre barrotes por disidencias ideológicas que el poder intentaba relacionar con el terrorismo en el 2016. O,o,o….Los ejemplos serían interminables, y más en estos tiempos de nueva inquisición, en que incluso se está consiguiendo que la criminalización de la libertad ideológica, la de expresión, manifestación y reunión, sea amparada también jurídicamente.
Tráiler:
Si me pareció una codificación de la mujer camuflada en poesía un usar y desechar cuando bi han llegado las egolatrías del protagonista que se asume juez de los cuerpos y acciones femeninas y pensar que se, escuda en el amor y se cree muy pro por estar con una prostituta idealizada por el lo único rescatable la conversación final con la muerte