Enfrentándose al destino
Kenneth Lonergan, realizador y guionista de este largometraje, de nacionalidad estadounidense, inició su carrera profesional, principalmente, como autor teatral en Broadway. Su paso por el cine como director ha estado hasta el momento bastante limitada, siendo Manchester frente al mar su tercera película, tras Puedes contar conmigo (You Can Count on Me, 2000), y Margaret (2011). Prácticamente, por tanto, desconocido para la mayoría del público, consiguió trabajar en Hollywood como guionista de varios filmes, entre ellos Gangs of New York (2002), de Martin Scorsese. En su corta y complicada carrera como realizador (en su segundo largometraje tuvo serios problemas de entendimiento con el productor, lo que demoró el estreno del filme bastantes años), está consiguiendo dejar una marca propia en donde los infortunios del destino nos enfrentan a tristes realidades que debemos encarar.
En Manchester frente al mar, nuestro protagonista, Lee Chandler (Casey Affleck), es un hombre que se nos presenta solitario, se gana la vida como conserje de cuatro edificios, vive en un habitáculo en el sótano de uno de ellos, cuyo uso se añade al salario por su trabajo. Nos sorprendemos cuando una de las inquilinas o propietarias de los inmuebles, al inicio del filme, se refiere a Chandler como conserje, cuando le estamos viendo ejercer de fontanero, limpiando los excrementos ajenos acumulados por el mal funcionamiento de un inodoro; y luego también lo observamos intentando reparar goteras de un cuarto de baño en otro piso diferente…En fin, que a la conclusión a la que llegamos es que a la categoría de conserje que formalmente debe constar en su nómina, debería añadirse el de enredado o pringado en solucionar cualquier desperfecto que pueda surgir en las instalaciones de las comunidades. Además de todo ello, quitar la nieve (estamos en invierno en Massachusetts), o tirar la basura a los contenedores, a Lee Chandler se le caracteriza como un hombre muy violento, huraño, y hay quien añadiría que hasta maleducado, o sin mucho margen para que se juegue con su paciencia.
Con este entorno y antecedentes, Chandler recibe una llamada inesperada, o quizás no, y la película se lanza a fondo, sin concesiones ni falsos o sobrantes sentimentalismos, sobre la historia, pasada, presente y futura, de este personaje y su entorno. Y aquí nos vamos a quedar en cuanto a nuestros comentarios sobre la trama del largometraje. No queremos siquiera mencionar o dar unas pinceladas acerca de lo que se va a ir desarrollando, aunque probablemente, lo sentimos por ustedes si no han visto el largometraje, ya lo hayan leído y releído en otros comentarios o críticas, que para nuestro gusto, destripan innecesariamente el argumento. Y ese argumento, no es más que la vida de un personaje elegido al azar, en el que la suerte, o la mala suerte, en acaso un instante o a lo mejor en un largo recorrido, va configurando un destino que responderá, o posiblemente no, con lo esperado o lo que sucede a la generalidad en circunstancias análogas. Ah, y por cierto, hemos tenido especial cuidado, últimamente ya lo tenemos en cuenta, al hilo de las anticipaciones de tramas de películas, en seleccionar el tráiler que acompañamos al final del artículo, pero es muy difícil, demasiado…
El filme nos ha gustado, y mucho, ya lo adelantamos, y lo que más nos ha atrapado del mismo ha sido el tono elegido, esa tranquilidad, entre comillas, en que afronta las dificultades que la vida va presentando. Y decimos dificultades, contratiempos o sinsabores, y ello, en este caso, supone hacer un gran brindis por el director y sus colaboradores, pues nos parece que la inclinación de la mayoría de realizadores, con este guion, hubiera sido dirigirse directamente a un infumable drama sensiblero, digno de cualquier teleserie de sobremesa.
Manchester-by-the-Sea es una pequeña localidad ubicada en el estado de Massachusetts, en donde, según nos muestra la película, su población, ni olvida, y ni siquiera perdona, a pesar de que no exista culpabilidad alguna. El realizador, Kenneth Lonergan, se toma su tiempo para narrarnos el discurrir cotidiano del lugar, a partir de cierto amargo suceso. Pero con tres simples fotogramas, le basta para recordarnos el rencor y la hostilidad que alberga su población en general, esas ganas de colocar en el prójimo nuestras propias miserias, a ver si así nos sirve de catarsis, y de paso, nos hace sentirnos superiores. Para todo ello Lonergan recurre a situar el discurrir de la película en el presente, con flashbacks perfectamente insertados de aquel pasado que no se puede, es imposible, que se olvide. Y además de ese traumático ayer, Lee Chandler, debe enfrentarse a un futuro que le cae como una mosca en un avispero.
Lee, nuestro protagonista, es mostrado en una excelente interpretación del actor Casey Affleck, impresionantemente imbuido en ese hombre destrozado por las circunstancias, y parece que incapaz de superarlas; y aquí no echamos de menos profesionales varios de la salud mental en sus diversas variantes, léase psicólogos, psiquiatras o demás especialistas relacionados con ese entorno. Las circunstancias son las que son, y no va más, como cuando tiramos la bola a la ruleta y se acaban las apuestas. Por otra parte, también resulta muy interesante el contemplar la relación que Lee mantiene a lo largo de los años con su sobrino Patrick, interpretado por Lucas Hedges. Estamos ante una relación con un contacto circunstancial pero sostenido a lo largo de la niñez y adolescencia de este último, y que, no precisamente de forma aleatoria para el desarrollo posterior, ambos charlan, dialogan o discuten, en la primera escena de la película, mientras disfrutan de la navegación, y se intercala esa pregunta maliciosa de elegir entre la intensidad del amor entre papá o mamá. Excelente inicio, y también magnífico el final, en el mismo entorno, pacíficamente, quizá con solución de continuidad.
La puesta en escena la hemos encontrado muy cuidada en todos sus aspectos, y también nos ha atraído la precaución que se ha tenido para que la banda sonora no apareciera invasiva, pero sí presente, con bellos fragmentos de El Mesías de Händel, composiciones de Jules Massenet, o alguna obra del reciente e ilustre Premio Nobel de Literatura, y también canciones de música electrónica, insoportable para nuestros intransigentes oídos, que preferimos dejar de lado. Por cierto, el largometraje contiene ciertos elementos necrológicos que nos han sorprendido e inquietado, por desconocimiento, al ser originarios de tierras más cálidas en que ciertas evoluciones físicas tienen que producirse indefectiblemente, sin esperar el paso de estaciones.
Hay penas peores que las judiciales, y esta película es un caso magnífico para reflexionar sobre ello. Y también hay liberaciones que no son tales, ni se nos presentan como ello, porque el castigo era inmerecido. Es el destino, ese camino que vamos a tener que soportar, o ya lo estamos haciendo, al parecer enviado, según algunos, por un dios omnipresente que lo único que busca es nuestra redención y salvación eterna.
Tráiler:
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