¿Hasta dónde?
El realizador sevillano, Miguel Ángel Vivas, ha conseguido con este largometraje elaborar una obra que se caracteriza por su oscuridad. Una negritud que recorre tanto el argumento del filme como su puesta en escena: sombría en todo momento. El protagonista, Jaime Jiménez, interpretado por Jose Coronado, es un cirujano maduro, casado, con dos hijos jóvenes. El mayor, Marcos, se va perfilando como un chico de futuro envidiable. Con diecisiete años, según nos adelanta la sinopsis, ya se encuentra en la Universidad, es muy deportista (desconocemos cómo ha podido participar en una maratón sin alcanzar la mayoría de edad) y parece mantener unas relaciones excelentes con su progenitor. Corren juntos, es cariñoso y tiene novia. Asemeja que le espera una existencia prometedora. Su padre, Jaime, se muestra especialmente orgulloso e intenta agasajarlo en lo que a sus medios e influencia alcance. Si ya toca el coche, pues a por ello y todo lo que haga falta. La hija, Sara, un poco más joven que el hermano (y también más canija, acorde con la tónica de su sexo y generación, quizá imbuida en algún trastorno alimenticio que afecte a la altura). Pues bien, la adolescente, aunque también profundamente querida por el padre, no parece mantener esos lazos intensos con el mismo. Se nos muestra menos sencilla y campechana (por favor, este último adjetivo se merece más lazos que el que están pensando). Le gusta la fotografía, ciertamente algo atrevida a ojos del padre, y no muestra el carácter afectuoso de Marcos.
Por cierto, completando el dibujo que hemos realizado de la familia de Jaime, nos falta nombrar a Carmen. Se trata de la esposa del cirujano y la madre de los chicos. Y como de casi todas las féminas que aparecen en el filme, poco conocemos, apenas el nombre. Su papel es absolutamente irrelevante. Ignoramos profesión, la intensidad de la relación que la mantiene unida con su marido, a pesar de horarios diversos o demás circunstancias que pueden redondear su existencia. Carmen apenas se hace presente en tres o cuatro escenas, con intervenciones que no aportan nada al desarrollo del guion. La excelente actriz Ana Wagener se convierte, por voluntad de los autores de Tu hijo, en mera comparsa.
Precisamente, la última particularidad mencionada en el párrafo anterior, irá cobrando peso conforme avance el largometraje. La tónica general en que se modelan las mujeres de la película es la de seres vigilantes tras las cortinas, que todo lo saben pero nadie les pregunta ni parece que importe demasiado su opinión, conocimiento o sentimientos. Y es lo mismo si nos referimos a la esposa del protagonista, a la novia de su hijo, a su hija o a la madre de un paciente. Da igual. Idéntica historia de invisibilidad. Féminas desprovistas de derechos que apenas tiene acceso ni a gritos o lloros. Ni siquiera se les permite patalear o violentarse por la indiferencia y desinterés en que son maltratados sus derechos humanos básicos. Es lo que más nos ha interesado de esta película que quiere conformarse como un largometraje de intriga y suspense. ¿Denuncia consciente o retrato de una situación sin otorgarle la evidencia maloliente que posee? La verdad es que no estamos seguros y es una pena.
La obra de Miguel Ángel Vivas parte de un suceso delictivo para elaborar su particular reflexión. Se trata de la paliza que recibe el hijo de Jaime una noche, en las puertas de una discoteca. Queda en estado prácticamente vegetativo y el padre iniciará un camino sin retorno, en búsqueda de venganza. ¿Hasta dónde? ¿Hay límites? ¿La paternidad otorga cromos para llegar al infierno? Llama la atención una circunstancia que se encuentra entre los defectos que le hemos encontrado al largometraje: la poca presencia judicial o policial, a pesar de los terrenos en los que nos movemos. Y hablamos de violencias tremebundas que vamos a ir viendo como explotan. Y policía y judicatura brillando por su ausencia. No nos lo creemos en la Andalucía del siglo XXI, desde las clases acomodadas en donde se parte, hasta los suburbios más desfavorecidos que se transitan.
Ya se ha comentado que el filme destaca por su oscuridad. Efectivamente, se desarrolla todo él de noche, en interiores o con gran densidad fotográfica, coyuntura que se busca con ahínco. Además, se acompaña con imágenes que destacan siempre a Jaime, a Coronado, desenfocando y convirtiendo casi en invisibles al resto de personajes. Para transformarse en diáfanos, deben acotar la distancia física con el protagonista. ¿El héroe de la historia? Esperemos que no lleguen a dicha conclusión, a la de estar visionando el duro recorrido de un “padre coraje” que debe perseguir sin tregua a los culpables. Vamos, como en el lejano Oeste: únicamente vale la pausa para dar de beber a los caballos. Y las pistolas también van incluidas en el lote.
Ya sabemos que la tecnología ha venido para instalarse definitivamente. Nos hace las existencias más plácidas, acomodadas y cercanas en la lejanía. Cualquier cosa puede conseguirse moviendo solo los dedos. Pero ese deseo irrefrenable para que todo resulte inmortalizado puede salir demasiado caro.
En conclusión, estamos ante una loable película, sospechosa en sus reales intenciones pero acertada con su puesta en escena. Interpretaciones, ritmo y fotografía notables, además de una banda sonora que no merece dejarse de lado. Un viaje por Sevilla y aledaños, que no debería dejar indiferente a nadie.
Tráiler:
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