UN AMOR DE VERANO

Afectos en disyuntiva

Título original: La Belle Saison Nacionalidad: Francia Año de producción:  2015 Dirección: Catherine Corsini Guion:  Catherine Corsini Producción: Chaz Productions / France 3 Cinéma / Artémis Productions / Canal+ / Orange Cinéma Séries / France Télévisions / Jouror Productions / Indéfilms 3 / Soficinéma 11 / Cinémage 9 / Région Limousin / Centre National de la Cinématographie (CNC) / Tax Shelter Fil Fotografía: Jeanne Lapoirie Música: Grégoire Hetzel Reparto: Cécile de France, Izïa Higelin, Noémie Lvovsky, Kévin Azaïs, Laetitia Dosch, Benjamin Bellecour, Eloïse Genet, Patrice Tepasso Duración: 105 min.

La veterana directora francesa, Catherine Corsini, nos ofrece con este filme su noveno largometraje, centrado en una relación lésbica en los años setenta del siglo pasado,en Francia. Estamos ante una modesta y poco pretenciosa película en recursos estilísticos, pero ambiciosa en planteamientos de lucha social y dilemas morales.

El inicio de la historia nos sitúa en la campiña francesa en el año 1971, en donde una joven mujer, Delphine, cuya vida ha transcurrido en la granja de sus padres, se desplaza a París en busca de independencia, un trabajo que le proporcione una economía más desahogada, y con intensas ganas de vivir experiencias nuevas. En la ciudad, topa accidentalmente con un grupo de féminas activistas por los derechos de la mujer, por la lucha de la igualdad de géneros, incluidos salarios y tareas domésticas, por la pelea en obtener la capacidad de decidir sobre el propio cuerpo, léase propagación de información sobre métodos anticonceptivos, facilitación de su uso, además del derecho a decidir sobre continuar con los embarazos no deseados; vamos, por unas reivindicaciones que vistas casi cincuenta años después, desgraciadamente siguen vigentes, porque ni la legalidad ni la realidad las ha terminado de concretar y asentar, especialmente en algunos aspectos y en diversos países, lamentablemente demasiados, y se anda muy lejos de las metas de igualdad e independencia reivindicadas muchas décadas antes. Ni la paridad entre géneros se ha conseguido en salarios igualitarios, ni los puestos de decisiones en empresas públicas o privadas están ocupados en número parejo por mujeres y hombres (las cifras son tan alejadas que producen urticaria), y las féminas siguen luchando por poder decidir sobre su propio cuerpo, mientras que muchas instituciones, gobernantes o parlamentos, continúan discutiendo y estableciendo límites, o reafirmándolos.
Un amor de verano foto 1El largometraje respira desde el primer momento frescura, naturalidad, esa inconsciencia de una juventud, que todavía cree en la utopía, que todavía tiene ilusiones, y que conserva energía a raudales para intentar llegar a la consecución de sus objetivos. Con una fotografía que no hace remilgos en destacar colorido, una vestimenta acorde con una época de pantalones anchos y camisas estrechas, y sin que todavía se conociera la palabra anorexia, la directora nos desplaza desde la verde e intensa naturaleza del mundo agrícola, hasta la locura del París juvenil e inquieto de aquellos años, esto último enfocado con un montaje rápido, movimiento incesante dentro del campo cinematográfico, y repleto de diálogos, soflamas, conversaciones y semi-discursos encendidos y apasionados. Y luego, de vuelta a la campiña, con un panorama muy atinado de ese mundo e ideas primitivas, es especial si hablamos de avances en ideologías sociales y en particular de feminismo, de la ausencia de derechos e independencia, del papel de la mujer absolutamente atado a la voluntad del marido, que decide, cobra y manda, y ya no hablemos de libertad sexual, en un universo que acecha y agobia, que observa, airea conductas, y además, juzga.
La película pasa por distintos baches, fundamentalmente en su parte central pero acaba consiguiendo nuestra empatía con su final, esa conclusión que no podría haber sido de otro modo, ante la disyuntiva de horizontes, pasados, presentes y futuros. Por cierto, la traducción del título del filme en castellano no tiene gracia alguna, pues da pie a un “spoiler”, o divulgación de resolución importante de la película (la traducción literal del francés sería La bella estación, una denominación bastante más respetuosa con la culminación de la trama). En cualquier caso, lamentablemente, basta con visionar cualquier trailer, incluso el que nos ocupa, para que esa circunstancia ocurra.
Un amor de verano foto 2Las interpretaciones de ambas protagonistas, de Cécile de France como Carole y de Izia Higelin como Delphine destacan por su acierto, y destilan compenetración, frescura y naturalidad, haciendo que les acompañemos en su alegría, tristeza, y en general, en la intensidad de cualquier clase de sentimientos que sus personajes reflejan. Mención destacada merece también la madre de Delphine, Noemie Lvovsky (Monique en la ficción), mujer de fuertes arraigos en tradiciones y costumbres rústicas y rancias, con poco o nulo margen para cualquier evolución. Tanto Cécile de France como Noemie Lvovsky estuvieron nominadas como mejores actrices, principal y secundaria respectivamente, para los premios César de la Academia Francesa. En cuanto a la banda sonora, acertada también en su mesura y moderación, dado que la época, el tema y las circunstancias invitaban a la tentación de convertirla en omnipresente, y termina resultado circunstancial, con recurso a temas musicales diegéticos.
Es inevitable la comparación, por su tema central con la reciente y premiada película francesa La vida de Adèle (La vie d,Adèle-Chapitre 1&2), pero acaso por la circunstancia de que el director de esta última sea un hombre, y la realizadora de Un amor de verano una mujer lesbiana, la aceptación de las escenas de sexo han sido mucho mejor acogidas por la colectividad homosexual francesa en este segundo caso que en el primero, que se consideraron como un “pura fantasía voyerística masculina o un histérico ejercicio de aerobic”, según palabras de la propia directora y guionista, Catherine Corsini. Dejando aparte la polémica, en el filme que nos ocupa, nos topamos con cuerpos dominados por el deseo que se buscan y se encuentran, en un sexo explícito sin recreación machacona.
Un amor de verano foto 3En fin, además de sexo, nos encontramos con mucha naturaleza, vacas, tractores, momento de la siega, madrugadas a las 4,30 horas para atender a las duras labores agrícolas y ganaderas, fiesta de la cosecha, y trenes, esos trenes eternos del cine, que nos llevan y traen a todas partes, sin necesidad de que nos movamos de la butaca o del sofá, y sin la servidumbre de tener que utilizar la compañía aérea de bajo coste de turno para conocer otros lugares, en períodos estivales o de gran afluencia turística, que terminarán convirtiendo el viaje en una experiencia morosa en el mejor de los casos, o prácticamente inviable, por “overbooking” o venta de más plazas de las disponibles, por carencia de los aparatos de vuelo suficientes para atender a la demanda contratada, o por cualquier otro motivo sobrevenido como huelgas varias o restricciones por seguridad.
Por último, destacar nuevamente que resulta muy triste enfrentarse al visionado de este largometraje, y percatarse de lo poco que hemos avanzado desde aquellos años en que se sitúa la película hasta el presente, a pesar de todos los esfuerzos, movimientos, luchas, enfrentamientos y vidas volcadas en la transformación de la sociedad para un trato absolutamente igualitario de géneros.

Tráiler:

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